LA MENTA
Desde el Hades a los mojitos, la menta ha conquistado el mundo
Hay cerca de 25 especies del género Mentha y unas 600 variedades en el mundo. Las mentas son indígenas de Anatolia y el Oriente Medio y se habrían domesticado tempranamente creando variedades híbridas entre dos especies, como es el caso de la hierbabuena (Mentha x piperita), que es una mezcla entre la menta verde (Mentha spicata) y la menta acuática (Mentha aquatica). Las dos primeras especies mencionadas son, de hecho, las más frecuentes en cocina y las que se pueden encontrar en la mayoría de huertos y mercados.
Sus propiedades refrescantes se usaban en la antigüedad en rituales funerarios para enmascarar el olor de los cadáveres en descomposición. Tal vez fue este vínculo entre la vida y la muerte el que creó la historia mitológica de Menthe, que da nombre a la planta. En la mitología griega Menthe (Μένθη) era una ninfa que enamoró a Hades, dios del inframundo. Deméter, suegra de Hades, descubrió la infidelidad y se lo contó a su hija Perséfone, que, enardecida por los celos, golpeó de tal forma a la ninfa que se desintegró. Hades la convirtió en una planta aromática para que sus restos perfumaran el mundo.
Y bien que lo perfumaron ya que es una de las plantas más extendidas y naturalizadas en diferentes continentes. En el Mediterráneo oriental, la India y el Sud-Este Asiático la planta forma parte de multitud de recetas tanto dulces como saladas por su poder refrescante que muchas veces atenúa la pesadez de curris o el picante del chile. En el Llibre del Sent Soví, el primer recetario, en catalán, de la España medieval, la menta aparece hasta en cinco recetas junto a otras especias aromáticas para dar sabor a salsas y caldos.
El aceite esencial que contiene, el mentol, tiene la propiedad de hacer creer a nuestro cerebro que lo que comemos está más frío de lo que realmente está, una cualidad que en la Europa occidental y en los Estados Unidos se ha relacionado más con bebidas y productos cosméticos que con salsas y caldos.
El mentol forma parte de desodorantes, pastas dentífricas, bálsamos labiales y remedios para la digestión, la inflamación y los resfriados y es la primera razón por la que se cultiva la menta en el mundo. A parte de vender el mentol como aceite esencial, las hojas de menta se toman machacadas en cócteles refrescantes del mundo o infusionadas en tes magrebíes. Combinaciones perfectas, a mi parecer, no como la que divide al mundo entre los amantes y los detractores del chocolate con menta.
En 1962 se inicia la discusión cuando Rowntree, una marca británica, empieza a fabricar unas tabletas cuadradas que recubrían una crema de menta en una capa de chocolate. Su nombre, “after eight” indicaba que estaban pensadas como dulce refrescante después de la cena. En 1988 Nestlé compró Rowntree y se convirtió en el fabricante de este producto que es tan popular que se ha desarrollado en varias formas. Una de ellas la conozco bien porque la fabrica mi padre.
En la heladería familiar que tenemos en Badalona el “after eight” es uno de los sabores que nunca puede faltar. Sus defensores son casi hooligans que no quieren probar ningún otro sabor, mientras que los demás se dividen entre los que no lo entienden (tal vez porque lo de “después de las ocho” no es una buena referencia en España) y los que lo asemejan a la pasta dentífrica. Y no están equivocados: los dos llevan mentol.
Aunque puede parecer que esta es una adaptación de las crepes francesas, las influencias de este plato son muchísimo más antiguas