La universalidad de una emoción
Viajamos para conocer, descubrir y vivir otras realidades. Nos sorprendemos con diferentes parajes naturales, arquitecturas, historias y costumbres, pero una cosa que nos une a todos es que comemos y cocinamos, y lo hacemos en sociedad.
Cada lugar tiene una gastronomía propia, unos platos amados e identitarios que a menudo chocan a los de afuera y así se saben más distintos. Pero algo que creo es universal es que la comida emociona. Precisamente esos platos identitarios son los que asociamos con memorias de infancia, lugares que nos hacen felices y momentos compartidos con amigos y familia. Eso sucede en todos sitios, sea lo que sea que se coma o como se coma.