LA NARANJA
La naranja es un símbolo del Mediterráneo, pero como los demás cítricos proviene del Sud-Este Asiático
Cuando pensamos en este cítrico jugoso y refrescante a menudo nos viene a la mente la soleada Italia o España, y es que fueron estos dos lugares donde las naranjas llegaron por primera vez en el Mediterráneo occidental llevadas por los árabes.
Las naranjas aparecieron en el Sud-Este Asiático, seguramente la zona de la India, como un híbrido entre el pomelo (Citrus grandis) y la mandarina (Citrus reticulata). Estos dos cítricos, junto al citrón (Citrus medica) forman la tríada primigenia de la que surgieron todos los demás cítricos del mundo que conocemos hoy (ver los cítricos). Igual que los otros cítricos, desde su origen en el Este Asiático habrían viajado a Persia y de allí hasta el Mediterráneo gracias a las rutas comerciales dominadas por los árabes que los expandieron hasta Sicilia y España.
La variedad de naranjas que llegó primero fue la de las naranjas amargas (Citrus aurantium). La conquista árabe las introdujo en la zona del Al-Andalus a partir del siglo VIII y en el reciente creado Emirato de Sicilia partir del siglo IX, aunque en el Mediterráneo oriental ya se conocían. En estas zonas bajo dominio árabe las naranjas prosperaron gracias a las nuevas técnicas de irrigación de los campos que a su vez fueron traídas desde Oriente.
La naranja amarga también se conoce como “naranja sevillana” pues adquirió mucho renombre en esa ciudad y aún es uno de sus símbolos. Una de las experiencias más intensas es pasearse por el casco viejo sevillano y dejarse transportar por las maravillas mozárabes y la fragancia ensoñadora del azahar. He estado en muchos lugares maravillosos en el mundo, pero debo confesar que el Real Alcázar de Sevilla guarda un lugar especial en mi corazón. Es como estar en uno de los cuentos de las Mil y Una Noches. Motivos y arquitectura arabesca y unos jardines para perderse entre limones y naranjos.
Los sarracenos eran una gente limpia y a la que le gustaba perfumarse, muchísimo más que los católicos del norte de la península. Esencias de jazmín, rosas y azahar perfumaban sus cuerpos y sus dulces. Con las naranjas se empezaron a crear mermeladas que sustituyeron a la crema de membrillo. Las naranjas, igual que el membrillo, son ricas en pectinas, lo que permite que en presencia de agua formen geles y creen la textura típica de la mermelada. La mermelada de naranja amarga es aún un dulce muy popular y a mí me encanta. El amargor se compensa con el dulzor del azúcar añadido y la hace perfecta para untar en tostadas o añadir a otras composiciones.
La variedad de naranja dulce (Citrus sinensis) se desarrolló más tarde, seguramente en una amplia zona que va desde la China hasta Indonesia y aunque no tenemos fechas, nos ha quedado la primera mención en la literatura china, en el 314 a.C. Desde ese origen asiático con las exploraciones asiáticas del siglo XV los mercantes portugueses e italianos la trajeron al Mediterráneo. Así, hasta finales del siglo XV y principios del XVI la naranja dulce no se conocía en las regiones mediterráneas. Su frescura y dulzor la hizo muy popular y se empezó a considerar un bien de lujo ya que en la mayoría de países europeos su cultivo no era posible por razones climáticas. Para tener acceso a ella durante todo el año la nobleza y los ricos burgueses europeos cultivaron sus árboles en conservatorios privados que llamaron orangeries. El rey Luís XIV de Francia creó la Real Orangerie en el Palacio de Versalles que fue la más admirada de su época.
También se exportaban desde las regiones Mediterráneas que incrementaron la producción por la demanda creada desde los países del norte. Una anomalía producida por el azar creó una variedad de naranja dulce que cogió una pigmentación rojiza. Esta variedad se desarrolló por primera vez en la isla italiana de Sicilia hacia el siglo XIX y algunas personas creen que el volcán Etna tuvo mucho que ver: los rápidos cambios de temperatura producidos por el volcán podrían haber influido a crear el color rojizo de su carne, que poéticamente recuerda al color de la lava del subsuelo.
Con la llegada de los españoles al continente americano, los naranjos encontraron nuevos hogares. En el segundo viaje de Colón (1493) se plantaron los árboles frutales en la isla de la Hipaniola (actual Haití/República Dominicana). Con los siguientes años se introdujeron también en México y en las colonias sudamericanas. Las diferentes misionas españolas llevaron naranjos a Florida (1565), Arizona (1710) y California (1769) y a otras zonas de los actuales EEUU por exploradores franceses. Eventualmente se llevaron naranjas a zonas subtropicales del mundo donde pudieron crecer bien: Sud-África, Australia, Nueva Zelanda…
Antes de los años 20 del siglo pasado las naranjas se consumías frescas, a menudo como postre o tentempié. Pero con la nueva información científica sobre la cantidad de vitamina C que contienen y muchos otros beneficios para la salud se empezaron a exprimir para jugo como bebida de desayuno. El comercio se disparó y se crearon variedades mucho más jugosas que las existentes hasta el momento para ser consumidas bebidas y se creó el mercado de zumos concentrados, que es al que se reservan la mayoría de naranjas del mundo.
¿Qué fue antes el color o el fruto?
Tal vez el acertijo sobre el huevo y la gallina aún es un misterio, pero no es lo mismo con la naranja. Sin duda alguna el nombre del color se tomó del cítrico y eso lo sabemos gracias al vaivén que la historia les ha dado a las palabras. El término “naranja” proviene del sánscrito नारंग (narang) y esta de lenguas del sur de la India como el tamil donde la naranja amarga se denomina நரந்தம் (narandam) y நாகருகம் (nagarukam) a la naranja dulce (நாரி nari significa fragancia). De este origen indio se fue acercando a Occidente.
Del sánscrito pasó al persa نارنج (narensh), después al árabe نرنج (naranj) (de donde lo tomamos nosotros) y de allí a otros idiomas europeos. En portugués la ene se cambió por una ele (laranja) y en italiano se eliminó (arancia). Al pasar al francés se relacionó con el lexema oro y del provenzal auranja pasó a orenge que es la palabra que cogieron las lenguas anglosajonas por la presencia francesa en su territorio (actualmente orange). La primera vez que hay constancia de llamar “orange” al color fue en Inglaterra en el 1512, mucho después de que las naranjas (amargas) llegaran al norte de Europa.
Ya que los mercaderes portugueses fueron los que introdujeron el fruto (la variedad dulce) en muchas otras regiones, el cítrico se conoce como “portugués” en varias lenguas. En albanés es portokall, en búlgaro портокал (porokal), en griego πορτοκάλι (portokali) y hasta en napolitano purtuallo que contrasta con el italiano arancia. En otros lugares se llama a la naranja dulce por su proveniencia china. En muchos países latinoamericanos se llama “naranja china” o solamente “china” a esta variedad y en alemán, por ejemplo, la naranja es llamada apfelsine (o “manzana china”).
Variedades
A parte de las dos variedades principales que son, de hecho, dos especies diferentes y tienen orígenes diversos, hay muchas otras clases de naranja que se desarrollaron a posteriori gracias a las diferencias climáticas de los países receptores. Las principales son tres, pero cada una de ella ha desarrollado diferentes tipos.
Naranja valenciana. Aunque tiene nombre español fue desarrollada en California a mediados del siglo XIX. Es una naranja dulce y se cultiva primordialmente para hacer zumo. Es la única variedad que se cosecha en verano.
Naranja navel. Se desarrolló en Brasil y se caracteriza por tener un “ombligo” (llamado navel en inglés). A partir de esta mutación se crearon muchos tipos más como la naranja “navelina” o la “navelate”. Es una naranja dulce que se usa sobre todo para comer.
Naranja sanguina. Se crearon en Sicilia y son muy famosas en la isla y en España. Hay tres tipos: la “moro”, la “tarocco” y la “sanguinelli”, típica en España. Se crearon a partir de la naranja dulce, pero tienen esta pigmentación especial.