ENTREVISTA A VANONT RUK
Vanont Ruk es un arquitecto e ilustrador de Bangkok que en sus ratos libres de dar clases en diferentes universidades de la ciudad se sienta en un restaurante o en un puesto de la calle y empieza a delinear y pintar en acuarela el plato que tiene delante.
Cuando lo descubrí por Instagram rápidamente accedió a quedar conmigo, aunque no entendiera muy bien por qué. De hecho, esta fue su primera pregunta antes de empezar con la charla/entrevista. Le dije que el vínculo entre la comida y el arte me había interesado y creía que había una historia que contar. Canela Limón Chile precisamente se basa en las historias, en cómo uno se relaciona con la comida y en cómo esta lo hace sentir.
Me había dicho que su inglés no era muy bueno así que trajo a una compañera de trabajo de sorpresa. El inglés de Phimnit (Phimpakanit Parisanyutanon) es impecable y también da clases sobre arquitectura, diseño e ilustración en la Asumption University en Bangkok. “El dibujo es una herramienta que es muy útil para la arquitectura y nosotros animamos a los estudiantes de los primeros cursos a practicar la acuarela ya que va muy bien para aprender sobre los colores y sobre cómo aplicarlos más tarde en programas digitales”, pero Vanont ha llevado la práctica más allá, dibujando no sólo edificios sino también platos.
Me cuenta que empezó hace siete años y que puede tardar de diez minutos a una hora en dibujar y pintar, siempre en acuarela, un plato. Ante mi sorpresa comenta: “Es esencial no tener hambre antes de dibujar, si tienes hambre no puedes hacerlo. Cuando dibujo es porque quiero dibujar, no comer”. ¿Similar tal vez a aquellos instagramers o influencers que piden la comida para hacerle fotos y no tanto para comérsela?
Siempre lleva su cuaderno de dibujo y su paleta de colores en caso de que algún plato o alguna escena le inspire. Sus platos preferidos para dibujar son aquellos que tienen ingredientes diferenciables, por ejemplo, el arroz frito es muy difícil de dibujar y pintar, mientras que un trozo de pastel es mucho más sencillo.
Les pregunto cuál es su relación con la comida, más allá de la ilustración. Phimnit me dice que la comida es parte de la cultura tailandesa, de su historia y por lo tanto es parte de su arte. La comida tailandesa es a veces compleja y su sabor nunca es uno, sino una mezcla de muchos. Es un reflejo de quienes son y de quienes fueron, pues Tailandia siempre ha sido favorable a las nuevas incorporaciones (la más significativa es el chile, pienso mientras me lo cuenta) y a las mezclas de sabores. La comida tradicional del pasado es difícil de encontrar y actualmente la comida es moderna, una mezcla de culturas.
La forma de comer también ha cambiado. Antes toda la familia vivía junta, con los padres, abuelos… pero actualmente, especialmente en la ciudad, la gente vive sola o en grupos más pequeños. Me cuenta que recuerda cuando era pequeña ir a visitar a sus abuelos en las afueras y hacer grandes comidas en las que toda la familia estaba presente. Ahora, dice, hay veces que come sola con su madre ya que tal vez su padre aún no ha vuelto de trabajar y su hermana tiene actividades extraescolares. El carácter familiar de la comida está perdiendo peso en Bangkok. Le pregunto si su madre cocina. Dice que cuando era pequeña siempre cocinaba, pero ahora tal vez solamente lo hace un par de veces a la semana. Es más fácil comprar platos ya cocinados y comerlos rápido para seguir con otras cosas.
“¿No crees que, de esta forma, comiendo rápido y a menudo solo, se pierden las conexiones sociales?” “Creo que estas conexiones se han transformado. Antes nos reuníamos en la mesa con la familia y charlábamos allí, ahora esto se hace en la calle, de forma más rápida. Las relaciones han pasado de la familia, del núcleo familiar, a las personas con mismos intereses. Ahora somos individuos, pero seguimos sintiendo la necesidad de socializar, aunque tal vez no se hace con la familia de forma tradicional sino con personas con las que tienes intereses comunes. En mi doctorado estoy estudiando como algunas personas están creando viviendas que se puedan desplazar, para poder ser de alguna forma nómadas y seguir los propios intereses.”
Las ciudades cambiaron la vivienda, pasando de una casa grande donde las actividades se hacían de forma común a casas pequeñas en las que se busca la privacidad para proteger la individualidad. Así la gente tiene la necesidad de salir a fuera, donde hay más espacio, pero también más gente con la que relacionarse. De esta forma la comida se encuentra también en la calle, promoviendo nuevas relaciones sociales y nuevas conexiones.
“Las conexiones sociales no se han perdido, sino transformado”
Vanont comenta que la cultura tailandesa es muy relajada respecto a la comida. Se puede comer solo y rápido o en compañía y charlando. Y me pregunta sobre España. Le digo que me parece que Tailandia y España guardan similitudes por concebir la comida como un evento social en el que se prefiere compartir, como sucede con las tapas. Pero en España cuando se sale a comer fuera se considera una experiencia, porque no es económico, por lo que en general se cocina y se come en casa. Les cuento mi sorpresa al descubrir que en las casas tailandesas no hay cocina, solamente una encimera con, tal vez, un microondas, mientras que en España esto sería imposible. En Tailandia se confía mucho en la comida callejera o en el “take away”. Las aplicaciones de comida para llevar son esenciales para los habitantes de Bangkok.
Hay tantas opciones para comer en Bangkok que pensar en ir al mercado a comprar los ingredientes, prepararlos y cocinarlos es algo que prácticamente nadie hace. Además, la comida es muy económica. Es tan fácil como salir a la calle y a unos pocos metros hay opciones y si uno se siente perezoso abre la aplicación pertinente o hace una llamada y en pocos minutos tiene el plato en casa. Vanont vuelve a hablarme de sus dibujos y me dice que para él es tan sencillo como ir a los restaurantes callejeros de su barrio. Escoge aquellos que no están llenos para no molestar y su inspiración aparece cuando ve el plato y su composición.
Les pregunto si son aventureros cuando viajan o si extrañan demasiado su comida nacional. Ross, mi marido, a menudo tiene que viajar a Europa con clientes o compañeros tailandeses y sus reflexiones son interesantes: normalmente al segundo día ya están pidiendo comer arroz, pues es difícil para ellos imaginarse una comida sin este ingrediente básico, y si viaja con gente más mayor tiene que buscar un restaurante de comida tailandesa; mientras que las generaciones más jóvenes (que han tenido más contacto con otras gastronomías del mundo) están más abiertas a probar nuevos platos. Probablemente este es el caso de estos dos ilustradores.
Phimnit me cuenta que es vegetariana y que cuando viaja no está tan interesada por la comida sino más bien por las calles y la arquitectura, pero que a menudo busca alguna cafetería para probar algún postre y café. Vanont sólo ha viajado por Asia, pero dice que no tiene ningún problema y que lo puede comer todo. Recientemente fue a Japón y en su Instagram se pueden ver los dibujos que hizo de su paso por allí. La verdad es que la comida japonesa es una de las más amadas en Tailandia a parte de la nacional. Se encuentran fácilmente restaurantes japoneses por doquier, algunos mejores que otros, así que no me sorprende que también dibujara (y comiera) ramen y sushi.
Cuando estamos acabando la entrevista una mujer aparece y Vanont me la presenta como una de sus clientas. Mientras Phimnit y yo charlamos él le muestra una carpeta con ilustraciones que ha hecho para ella. Vanont trabaja como profesor en varias universidades de la ciudad, pero también como ilustrador privado, impartiendo cursos, y como fotógrafo. Phimnit no es solo profesora, sino que está terminando su doctorado y hace proyectos sobre diseño y arquitectura para clientes de todo el territorio nacional. “Es una mujer muy ocupada, y por eso está soltera”, dice Vanont. “Prioriza”, le respondo.
Les pregunto si quieren añadir alguna cosa más y Phimnit saca un tema interesante. “Tengo amigos de otras partes del mundo que vienen aquí y se quejan de que han subido de peso y de que no hay horarios para comer, pero creo que todos están felices de vivir aquí al final, ese es uno de los encantos de Bangkok”. Le digo que hace muy poco que mis padres vinieron a visitarnos y que una de las cosas de las que no me había dado cuenta es cuán regimentadas son las horas de comer en España. Les conté a mis padres que aquí se come cuando se tiene hambre, pero a ellos les sorprendió la falta de estructura y que fuera todo tan relajado. Aquí la comida está tan disponible que es muy libre.
Finalmente les comento algo que me toca muy de cerca. Igual que los amigos extranjeros de Phimnai que se quejaban de haber subido de peso, yo también me he puesto algunos kilos de más y les pregunto cómo se hace dieta en Tailandia, qué es lo que se recomienda comer y qué no. Su respuesta no varía de lo que se diría en cualquier otro lugar “no comer azúcar o aceite” y “comer porciones más pequeñas”.
Pero en Tailandia no es tan fácil esquivar el azúcar, está escondido en todas partes. Miro a Vanont mientras me dice orgulloso que perdió 10 kg. evitando el azúcar, comiendo solamente dos veces al día, saltándose la cena, y no comiendo pan (“pero nadie come pan en Tailandia, ¿qué hay del arroz?”, “bueno, un poco de arroz sí”). Me lo dice mientras tiene un té helado con leche y seguramente un montón de leche condensada sobre la mesa. “Sí, esto no está bien, nada de leche y nada de azúcar”. Pero no es tan fácil, seguramente.
“¿Y para desayunar?, ¿qué comes para desayunar?”, Vanont se lo piensa unos segundos y dice “Para desayunar puedes comer lo que quieras”.
Quiero agradecer a Vanont y a Phimnit por esta charla tan interesante y os invito a que los descubráis
VANONT RUK: https://www.instagram.com/vanont/
PHIMNIT: https://www.instagram.com/phimnit/
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