EL PEPINO
Desde la India, el pepino se distribuyó por el mundo hasta juntarse con miembros de su misma familia en América
El pepino forma parte de la familia de las Curcubitaceae, igual que los melones, las sandías, las calabazas y los calabacines. Esta familia se extendió por todo el globo antes de que los continentes se separaran.
Los pepinos se distribuían de forma natural por la actual zona de la India, que es donde se domesticaron hace unos 3520 años. Gracias a los movimientos comerciales llegaron a las antiguas ciudades mesopotámicas y de hecho son mencionados en el poema épico de Gilgamesh (rey de la ciudad de Uruk). Hacia el siglo V a.C. ya se podían encontrar en el Mediterráneo y son también mencionados en la Biblia como uno de los alimentos que comían los egipcios. Los romanos los ayudaron a expandir más allá; aunque no hay testimonios escritos de cultivares en Francia hasta el siglo VIII, en la corte de Carlomagno, y ¡en Inglaterra hasta el siglo XIV!
También se distribuyeron hacia el Este, y actualmente la China es el mayor productor de pepinos del mundo. Los colonos europeos lo llevaron al continente americano, como hicieron con muchísimas más frutas y verduras. Fue un cultivo que tuvo mucho éxito en la zona de las grandes praderas americanas donde se asentó junto a miembros de su familia como las sandías y las calabazas.
Los pepinos son de hecho las frutas de una planta trepadora y son 95% agua. Aunque no aportan demasiados nutrientes son muy apreciados por su textura y frescura. En cuanto a los cultivos, se suelen calificar en tres tipos: los que se cultivan para ser comidos frescos y se cosechan cuando aún son inmaduros y la carne es tierna; los que se cultivan para ser encurtidos (sería el caso de los pepinillos, que tienen un menor tamaño); y los que son variedades más dulces, con una piel más fina y sin semillas.
Hay muchísimas variedades de pepinos, de hecho. Algunas evolucionaron a partir de los siglos de domesticación y otras han sido creadas en laboratorios de los Estados Unidos de América. En muchos mercados tailandeses es frecuente ver unas verduras largas y con una piel gruesa que despistan, pero son en realidad un tipo de pepino. También los hay redondos, con sabores más amelonados, y de colores que van desde el verde hasta el amarillo.
Durante la antigüedad se usaban como remedios. Los romanos creían que combatían problemas de visión, que asustaban a los ratones, que curaban las picaduras de los escorpiones y que podían ayudar a una mujer a quedarse embarazada.
Actualmente se pueden encontrar en numerosos platillos del mundo. Se comen encurtidos, aparecen en ensaladas, bocadillos, sopas y salsas para untar. Muchas veces hacen su aparición estelar junto al yogur como en el mast-o-khiar persa, la raita india o el tzatziki griego.